Y me refiero al amor sin condiciones, sin compromisos, sin deseos.
El amor por amor.
Ayer murió Tía Pepa. Hasta siempre.
Una de las cosas más bonitas de las que he disfrutado en mi vida es el amor que mi padre y sus hermanas/os se profesan. A lo largo de su vida se han amado sin condiciones, superando las distancias, acercando los momentos, abrazando los dolores como de cada uno el de los demás.
Queriéndose con virtudes y defectos y en ello trasmitiendo esperanza.
Acudiendo unos a otros sin necesidad de llamarse, sólo sabiendo que es el momento de estar.
Ellos son, el amigo que nunca te abandona, la madre que siempre cobija, el abrazo que de verdad te rodea y la fuerza que siempre te llega.
-¡ Cuánto duele perder un hermano! , fueron las palabras de Tía Lola al abrazarnos ayer, unas palabras que no sólo encerraban su dolor, sino que sentían el mio también. Ella es así, siempre queriendo y queriéndote.
Y es ahí, no sólo en la forma en que ellos lo sienten, sino en la que lo comparten, cuando ves el amor.
- ¿ Sabéis una cosa ?... Yo he visto el amor.
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