- Ya puedes abrir los ojos mamá.
- ¡ Oh !, está precioso. Hay bolas y cintas arriba y abajo, y alrededor, lo mires por donde lo mires, es genial. Voy a rodearlo, ¡ ohh ! perfecto.Cuantos años esperando este acontecimiento, esto merece un abrazo.
Y acercándose a los niños se fundieron en un abrazo lleno de cariño y alegría.
Claro que os preguntaréis que tiene de extraño un árbol de Navidad decorado, todos lo están. Pero este es distinto. Así que contaré su historia.
En un pequeño apartamento en el que una joven pareja iniciaba su vida en común, cada año por Navidad compraban un abeto grandísimo, casi llegaba hasta el techo, compraban las bolas más bonitas, las cintas más actuales y con calma y deleite pasaban unas horas decorándolo para terminar colocando su estrella final. En aquel salón el árbol de Navidad lucía en todo su esplendor. Era precioso.
Y así fue durante algunos años hasta que la pareja tuvo una hija, una pequeña muy vivaracha que llenó la casa con su sola presencia, resultó ser una niña muy participativa que estaba muy atenta a cada actividad de la casa, incluso a los preparativos de Navidad y como no, al montaje del árbol, así que cuando tuvo cuatro años pidió a sus padres ser ella quien lo decorara.
Que alegres se sintieron estos, ese año su niña participaría en la decoración navideña, casi se les rayaron los ojos de la emoción, aunque lo que no sabían entonces es que en aquel momento la vida de su precioso árbol de Navidad cambiaría para siempre. Hubo que cambiar el árbol, buscar uno más pequeño al que ella llegara con facilidad. Y llegado el momento, toda la familia se dispuso a participar.
-Bien, empecemos.
- No, no, tú no papá, yo.
- ¿ Los dos? ¿ sí?
- No, no, yo sodita.
- Vale.
Y con este corto dialogo empezó la vida la vida del árbol mutante de Navidad de aquel hogar.
Ese año el árbol sólo fue decorado de la mitad hacia abajo, era gracioso, lo había decorado ella sóla. Hubo intentos maternos por terminar la decoración , pero no fue posible, era su primer árbol de Navidad y a ella le gustaba así, como una obra propia. De esta manera cada vez que llegaba alguien a la casa preguntaba , ¿ están terminando el árbol ?, - no, no, está terminado. Con el consiguiente, ah.
Y así fueron pasando los años, unas veces sólo decorado por delante, otras ; - Este año sólo los angelitos.
Hay que dejar que los niños desarrollen su creatividad aconsejaban los psicólogos, y unos padres actuales se adaptaban a las circunstancias.
Y entre árbol y árbol llegó el segundo hijo, que como no, pidió su participación en el mismo.
- Ahí no, mamá, mamá, mira Jorge.
- Nena, el también quiere poner sus adornos.
- Pues él por un lado y yo por el otro.
- Vale.
Y así nació el dos arboles en uno. Era original ¿ no?. Sí, pero horroroso.
Entonces a mamá se le ocurrió una idea, sin que los pequeños se dieran cuenta cada día retocaría un adorno con el fin de dar a aquella monstruosidad un aspecto parecido al de un árbol de Navidad.
- Mamá - gritaba el pequeño con el ceño fruncido y casi un bufido en la boca - eso no ahí.
Quien iba a suponer que aquel chiquillo había venido al mundo con una pequeña memoria fotográfica, y que sólo con echar una mirada descubría cualquier mínimo cambio .
Una maravillosa idea que se fue al traste.
Fueron años en los que cada Navidad aquella madre las pasaba envidiando los arboles de Navidad de sus amigas, incluso los callejeros despertaban en ella un intenso sentimiento de afecto.
Y llegó el tercero, el más innovador.
- Se me ocurre una idea, que cada uno coja su primera bola, nos ponemos en el pasillo y cuando Papá de la salida, corremos hacia el árbol. Ni que decir de aquel árbol montado en competición.
- ¿ Qué le pasó al árbol?, llegó a comentar la abuela en una ocasión.
Resignados, con el paso de los años aceptaron que jamás tendrían un árbol de Navidad convencional, y que lo mejor era disfrutar el que tenían. Incluso llegó a gustarles que su árbol fuera así. Hasta aceptaron de buen grado cuando con la incorporación de Luna - su gata - a la familia, el árbol empezó a cambiar de forma cada noche, a la mañana siguiente y con total normalidad cada bola o cinta encontrada en el suelo era colocada con alegría de nuevo en el árbol.
Pero este año, el árbol mutante dejó de serlo y se convirtió en un precioso árbol convencionaL. Las luces están en su lugar, los adornos fueron seleccionados por forma y color, las cintas se alternan en armonía y su estrella superior brilla más que nunca.
Los niños han crecido, se hacen mayores.
Y para siempre queda el maravilloso recuerdo del árbol mutante de Navidad
Nota: Esta es una entrada programada - aprovechando la tecnología - espero que salga bien.
Lo bueno de los árboles, sean mutantes o no, es la decoración compartida.
ResponderEliminar(Luego, para desmontarlo y guardar los adornos, ya no hay empujones)
...y como dice el trabalenguas (hay que pronunciarlo con la boca llena de polvorón):
"La programación bloguera que se reprogramare por la bloguera programadora novata, bien programada quedó"
Bonita historia. Casi es como un cuento de navidad. En cuanto a lo de desmontarle, estoy con TESA. Te quedas solo ante el peligro. Pero eso ya llegará.
ResponderEliminarHermoso Susan!!!!!. Mientras lo leía, te juro que iba "viendo" los árboles mutantes sucederse con cada niño.
ResponderEliminarEs muy hermoso esto y me emociona mucho.
Es hermoso poder regalarle a los hijos estas historias de vida.
Un abrazo enorme!!!!!
Tu pogramación ha sido precisa como la secuencia de tu historia, con la que me sentía bastante identificada, no en cantidad pero sí en acontecimientos. Mi vida fue mutante varios años, cambiaba de árbol pero mis adornos me acompañaban allá donde fuera e incluso sumábamos alguno más en el camino ... con el paso del tiempo la combinación es siempre maravillosa, será que lo importante es el contenido! Feliz Navidad amiga, he disfrutado con tu entrada ... se me ha dibujado una sonrisa! Muacc
ResponderEliminar¡Hola!
ResponderEliminarBonita historia.
Te deseo unas Felices Fiestas Y Prospero Año Nuevo.
Saludos de J.M. Ojeda
¡Te ha quedado tan bien como tus árboles mutantes...! No hay cosa más bella que aquella que hace - o deja hacer - con alegría. Seguro que vuestro árbol original fue la envidia, durante años, de muchos niños. Un beso y feliz año nuevo.
ResponderEliminarDa algo de miedo, a, por cierto ¡Feliz Navidad, YoSusan! Y Próspero año nuevo. Creo que por un buen tiempo no escribiré en el blog por que últimamente me a causado uno que otro problema, entonces, ¡Hastaaa Lueeegoooo!
ResponderEliminarGracias por ese árbol mutante o convencional y por dejar tus comentarios tan oportunos.
ResponderEliminarFeliz año y salud