domingo, 17 de enero de 2010

¿ Nunca les conté...

...lo de mi enagua y el futbolín?.
En su blog  Un país en la Luna , Natacha, en su última entrada que titula " Haciendo el ridículo " , siguiendo su linea nos plantea una situación y nos invita a contarla. En este caso la cuestión es:
Cuántas veces en tu vida pensaste... " Tierra, trágame ". ¿ Nos la cuentas ?.

Como la vez que quería contarle me pareció era muy larga para un comentario, he decidido contársela aquí , con una entrada en mi blog. Así que esta historia es para tu blog , Natacha, con tu permiso.

Más de una vez lo he pensado en distintas situaciones, pero hubo una en la que no sólo lo pensé, sino que la Tierra me habría hecho un gran favor tragándome. Pero por mucho que lo deseé no se abrió bajo mis pies.
Andaba yo estudiando Bachiller  y me había comprado una falda blanca monísima , pero que a juicio de mi madre era un tanto transparente. Y no lo era, sólo era blanca de un algodón muy fino.
- ¿ Pero, y si te da el sol ?.
- Que no mamá, que no se verá nada.
- Que sí.
- Que no.
Las madres tienen solución para casi todo y además suelen terminar imponiendo su criterio, así que terminé cediendo y debajo de mi preciosa falda me puse una enagua, que además tendría que llevar con orgullo pues pertenecía a mi abuela. Tengo que reconocer que era muy bonita; blanca , con una flor bordada en un lado y terminada en un encaje divino. Pero era una enagua, y yo una adolescente.

En la calle principal que daba acceso al instituto había una sala de recreativos a la que nosotros llamábamos
" el vicio de Manolo ", era un lugar de encuentro a la hora del recreo y de mucho encuentro para todos aquellos que se fugaban de clase. Aunque allí acudían chicas y chicos, ellos eran mayoría en el local  y las chicas eramos mayoría pasando por delante de la puerta. Es que nos cogía de paso ( de paso a ningún lugar), no es que pasaramos para que nos miraran o para mirar.
Manolo era su dueño, y siempre estaba en la puerta, era el que más miraba.
Por supuesto aquel día Manolo también estaba en la puerta, y el local estaba lleno, allí se jugaba al billar, a los dardos, pero mayoritariamente al futbolín. Y allí estaba el chico que me gustaba, entonces, estaba claro que me cogía de paso. No sé como se casó conmigo después de aquello.
La calle era larga y la puerta del local tenía el ancho de una puerta de garaje ( lo había sido en origen), pudo haber ocurrido en cualquier tramo de la calle, pero claro, dicen que el destino ya está marcado, así que ocurrió justo delante de la puerta de los recreativos.
Yo empecé a andar la calle despacio, con mi falda blanca, haciéndome la que pasaba por allí porque me cogía de paso, y justo al llegar  a la puerta, Zas, el elástico de la enagua ( que nadie revisó) se rompió y esta cayó de debajo de mi falda rodeando mis pies sobre la acera.
Decenas de pares de ojos me miraban y allí estaba yo, con mi preciosa falda blanca y una enagua en el suelo.
- Tierra, trágame. Que me tragues te digo.
Con el sonido de las primeras risas me llegó el impulso para dignamente recoger mi enagua y seguir caminando sin quitar la mirada del frente.
Creo que durante ese curso no volví a pasar ni un solo día por delante del vicio de Manolo, incluso creo que estuve indispuesta unos días y no pude acudir a clase.
 Y lo peor es, que mi madre siempre creyó que yo había roto el elástico como excusa para quitarme la enagua.

4 comentarios:

  1. Ufffff... a esa edad, algo así se magnifica.
    Te entiendo, a mí me pasó un "trágame tierra" con la falda tableada del uniforme y una ráfaga de viento al cruzar la calle frente a un cuartel de infantería y el par de soldaditos que hacían guardia en la puerta.
    :(

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  2. Te he visto ... continuar el paso con dignidad como si nada pasara ... aaaaaah, qué vergüenza! Vaya que si te entiendo, alguna historia conservo en el trastero de la memoria y siempre relacionada con algún amor de adolescencia! Muacc

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  3. Pues a mí me parece una situación graciosa y tierna, y que a cualquier hombre, con un poco de sensibilidad, le hubiese enamorado la escena.
    Besos, Susan.

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  4. Coooño! de verdad, para no perderselo.
    Seguro que tu, hoy marido?, se quedó prendado de tu aplomo. Pensaría: "si resuelve así esta situación, podrá con todo".
    Un beso.

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