Me gusta mucho observar, cuando paseo, cuando trabajo, en casa, incluso cuando leo. Y me gusta hacerlo porque observando se puede ver más de lo que se mira. Observo como hablan las personas, como se mueven y haciéndolo muchas veces puedo ver más allá de un simple gesto o de una palabra. Incluso he visto, quien como yo, observa. ¿ Qué si tiene algún fin ?. No lo se. Lo he hecho siempre y de manera instintiva, no me distrae hacerlo y creo que se aprende mucho. Puedes ver la timidez en una mano que saluda, o el compromiso en unos labios que sonríen, hasta una pasión oculta en la mirada. Puedes ver el lado cómico en una situación de tristeza, o la pena donde se celebra algo.
Incluso la escritura se puede observar, puedes leer la rabia, la dulzura, la maldad, la alegría... y puedes leer el carácter, el talante, los sentimientos y conocer el comportamiento de una persona, incluso a veces, sus razones. Puedes diferenciar si actúa, si siente, si se esfuerza o se conforma. Pero esto lleva tiempo.
En una situación reciente en la que nos encontrábamos un compañero y yo, necesitamos dirigir un escrito, solicitando ambos lo mismo y alegando las mismas causas, decidimos por ello seguir una linea y usar casi las mismas palabras en el texto. Después de acordado, cada uno preparó su escrito. Bien, pues cuando leí ambas cartas me sorprendió muchísimo, la mía era muy comedida y la suya totalmente visceral. Una parte de nuestra forma de ser iba en aquellas cartas.
Empecé a escribir este texto después de estar chateando, asombrada por lo que se puede ver en la escritura del general de un chat, si observas con paciencia te das cuenta de los miedos, las inquietudes, los deseos; los buenos y los malos. Puedes ver los delirios y las esperanzas... en fin, puedes ver a las personas.
Es posible que leyendo esto tú puedas verme a mí.
Pero no dudes que te estaré observando mientras me lees.
( Guiño)
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