lunes, 9 de marzo de 2009

Los fantasmas de mi vida

En Tiscalianos, Clara, nos ha traído a la palestra a los fantasmas :

Siempre estuve acosado por el temor a los fantasmas, hasta que distraidamente pasé de una habitación a otra sin utilizar los medios comunes.
René Avilés Fabila

Y por aquello de la asociación de ideas me he puesto a pensar en ellos.
A mi siempre me ha parecido que los fantasmas son más de este mundo que de otros, aunque supongo que eso tendrá una relación directa con las experiencias fantasmagóricas de cada cual. No sé, juzguen ustedes mismos.


Me remontaré a mi primer fantasma : Se llamaba Juan, era alto, rubio - la primera vez que lo vi,yo andaría por los seis años- y cuando no hacía de fantasma era abogado y padre de dos amigos de mi infancia. Le gustaba vestirse de fantasma en los cumpleaños y hacer regalos, se apagaban las luces y aparecía él enfundado en su sábana blanca con un saco cargado de juguetes y haciendo ¡Ho Ho Ho! ( algún tiempo después cuando Papá Noel llegó a Canarias supe que este grito era un plagio). Y claro visto así, me encantaban los fantasmas, eran como unos Reyes Magos en verano.

Después llegó el de Canterville, y a este -supongo que esperando sacara regalos en algún momento- le envidiaba, podía atravesar paredes, aparecer y desaparecer, enterarse de todo, ¡ de todo !, eso era fantástico. Luego llegó el de la Opera, que era un fantasma ligth, no sabía si ser bueno o ser malo y además, mi hermano que era muy miedoso me hacía contarle lo que iba ocurriendo mientras él se tapaba la cara con un cojín. Je, lo que yo aprovechaba para hacer de fantasma y asustarle. Llegamos incluso a prometer que el primero que se hiciera fantasma volvería para tocar los dedos del pie al otro (¡ ni se te ocurra venir eh!).

Mi abuela nos enseñó un truco para ser medio fantasmas, ya que no podíamos ver lo que ocurría al otro lado, si que podíamos oírlo : Se coge un vaso y colocando el culo contra tu oreja pegas la boca del mismo a la pared y ... voilà...
¡ oyes al vecino !
Mis vecinos eran unos aburridos.

Así fui creciendo y los fantasmas fueron cambiando, cuando tenía unos 20 años los fantasmas salían de los GTI y eran monísimos, y el otro día paseando con una amiga reconocí al director de mi sucursal bancaria y le dije: Ese es el director de la sucursal, a lo que ella contestó...
¡ Uff, cuidado, es un fantasma !

Uuuuuuhhhhh

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