Un momento, un momento que aún no me he ido, al releer el post después de colgarlo me dí cuenta que no había hablado del arroz en este blog y que era posible que no se entendiera la relación de la informática y el arroz, así que dejo aquí esta historia publicada anteriormente en Tiscalianos.
Ahora sí, a la cama.
Hace algunos meses y con motivo del cierre de los grupos de MSN, en uno de los foros literarios en los que participo nos vimos obligados a buscar otra web y hacer la mudanza. Yo me ofrecí para buscarla y crear la nueva casa. Así lo hice y empezamos la mudanza, una de las participantes ( Clara ) se encargó de la parte de los textos - trabajo que hizo a la perfección - y yo me ofrecí para trasladar las imágenes, cosa que al final también hizo ella dada mi torpeza. Bueno y esto en definitiva viene para explicar que mientras intentaba una y otra vez subir una imagen, por asociación de ideas, recordé algo. Y un poco para decir que yo de natural soy muy de asociar ideas y torpe para colgar imágenes.
Y esto es lo que me vino a la mente mientras colgaba la imagen ( bueno, intentaba).
A cuenta con lo de colgar una imagen. A mi esto de la informática me recuerda siempre a cuando estaba aprendiendo a cocinar arroz blanco, fue para mí un auténtico calvario, incluso llegué a conseguir que cuando en casa anunciaba que comeríamos arroz, ese día había desbandada general. Yo, que podía preparar unos lomos de salmón en su punto justo, que la fabada me salía de medalla de oro, que mi mousse de chocolate siempre la repetían, que era capaz de rellenar cebollas con atún y hacerlas un manjar, pues yo, ¡ no sabía hacer arroz blanco!.
Fue una gran suerte que no naciera en China, hubiese sido el deshonor de la familia.
Durante años mendigué recetas y modos de hacer arroz blanco. Mi madre ( que lo hace bonísimo) me lo explicaba una y mil veces. Mi mejor amiga me daba una receta para torpes (pero yo necesitaba una para muy torpes), incluso un médico con el que trabajo ( preocupado ya por mi ansiedad, supongo) llegó a darme la suya.
Con todo esto llegaba a casa y seguía tirando kilos y kilos de arroz, que si muy pasado, que si duro, ahora soso, hoy se me fue la mano en la sal. Lo que si pude comprobar es que mi familia me quería, sobre todo cuando les veía llevarse el tenedor de arroz a la boca y luego con una sonrisa forzada decir frases como estas:
-No está tan mal, se puede comer.
-Si lo tragas rápido.
- ¿ Es pastel de arroz, cariño ?.
- ¿ Seguro que lo guisaste, mamá ?. Y muchas más.
Pero lo peor que llevo es cuando les sirvo el arroz, lo prueban y dicen con cara de satisfacción...¡¡Este arroz lo hizo abuela !!.
En fin, como en el fondo soy una mujer de recursos y sobre todo con conciencia de mis incapacidades, mi paella es una fideua de pasta, mi arroz blanco o lo hace mi madre o lo pido al chino.
Afortunadamente para vosotros, no tendréis que comer las imágenes que yo suba. Eso sí, me temo que para subir una haré un gasto excesivo de mensajes, así que paciencia. Algún día les hablaré de mi habilidad para calentar la leche y que se derrame.
Tranquila , de vicio fe repetir se termina aprendiendo...
ResponderEliminarCortando
eggs
se
aprende
a
capar.
Tranquila ... A mi no me salen los bizcochos.
Es tru
Un besiñ