martes, 13 de octubre de 2009

Alvaro y la estilográfica

Costumbre, costumbre, costumbre. Ir , asentir, firmar. Toda su vida era costumbre, hasta hoy.
Era el gran día, ese que tanto tiempo había estado planeando.

Antes de salir de casa esta mañana, Rosa, su madre, como siempre arregló el nudo de su corbata, mientras le decía; -" Ve tranquilo, tu padre era un hombre muy previsor y seguro que dejó todo atado para que en su ausencia las cosas siguieran su curso . Nos veremos allí a la hora prevista ".

Durante muchos años Alvaro esperó este momento. Tantos años a la sombra de su padre y de sus hermanos, aceptando sin un solo reproche lo que el primero decidió, le daban razones para llevar a cabo su plan. Su padre le había elegido a él para ser su pasante en la firma familiar y lo hizo sin ni siquiera consultarle, sin preguntar que planes de futuro tenía. Oscar y Damián, sus hermanos, eligieron su camino, al igual que Marina y Angela, y todos aceptaron aquel día en que su padre le había regalado la estilográfica, que ese, era el mejor destino para Alvaro; el benjamín de la familia.

Con el tiempo, por costumbre y cansado de hacerlo siempre después de su padre, había aprendido a imitar su firma con tal precisión, que incluso a ojo de cualquier experto podría pasar por buena. Por eso no dudó ni un momento cambiar la última voluntad de su padre para ser el único beneficiario, dejando a los demás sólo una pequeña renta vitalicia. Todo sería suyo. Se lo había ganado a pulso, en cada firma suya que lo había convertido en segundón. Se sentía bien. Era justo. Acabaría con aquella costumbre que se hizo ley.

Cuando entró en la sala de juntas, se diría que era un hombre nuevo, seguro de si mismo. Con afecto saludo a su madre y hermanos, y repartió los documentos que contenían el testamento paterno. Suponía que al ver aquel, todos reflejarían asombro en sus rostros y levantarían la voz negándose a aceptarlo. Pero ya lo tenía previsto; -" Es la voluntad de papá ", diría con naturalidad.

La sala se llenó de risas y palabras entrecortadas. Su hermano Damián se acercó a él y pasando el brazo por encima de su hombro , sonriendo comentó ; " Ha sido genial, Alvaro, siempre supe que guardabas escondido un gran sentido del humor. Aunque papá jamás lo habría aprobado. Ahora sigamos , tengo sólo dos horas disponibles. Dame un abrazo hermano, te lo mereces ".

No era posible, ¿ cómo pudo pasar ?, lo había planeado todo con exactitud, meticulosamente. La fuerza de la costumbre . Miró su estilográfica. Las dos firmas que rubricaban aquel testamento eran suyas, con su nombre.

11 comentarios:

  1. Bien irónico, casi como la vida misma.

    Saludos

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  2. Así que finalmente metió la pata... Es decir, se pasó de listo. Muy divertido. Saludos cordiales.

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  3. Ironías de destino.
    La ambición puede superarnos.
    Un beso

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  4. Ay... qué torpe, menudo descuido.
    Jeh

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  5. ja. Apartir de ahora veré lo que firmo ...mejor dicho comprobaré la firma..... que lindo tu blog,amiga.
    me ha gustado pasar....
    Cariños
    SERGIO

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  6. POBRE ALVARO,QUE MALO PASARTE LA VIDA VIVIENDO LA VIDA DE OTRO , CLARO QUE....UN BUEN GOLPE PUEDE AYUDARTE A DESPERTAR .
    MUY BUENO LO TUYO
    BESOS
    suso

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  7. Quizás, ¡Sorpresas que da la vida…!

    Saludos de J.M. Ojeda

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  8. ¡¡¡Necesito saber cómo puedo seguir un blog!!!

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  9. YoSusan:Breve relato, no por ello menos congratulante...me recuerda a Poe con sus finales sorprendentes...Besos y abrazos para ti, amiga.

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  10. ¡Necesito saber cómo seguir un blog! Mi correo me dice que no estoy autorizada para seguir uno

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